En la era de la hiperconectividad, donde la inteligencia artificial (IA) se ha colado en nuestras conversaciones, trabajos y hasta decisiones médicas, la tecnología ha dejado de ser una opción para convertirse en parte esencial de la vida cotidiana. En México, esta transformación está ocurriendo a una velocidad vertiginosa: plataformas de e-learning que conectan a estudiantes desde Monterrey hasta Yucatán, asistentes virtuales en WhatsApp que resuelven dudas bancarias y sistemas de salud digitalizados que gestionan citas médicas en segundos.
Pero entre tanta eficiencia digital hay un elemento que no se puede programar tan fácil: la confianza. Y es que en un ecosistema cada vez más saturado de información y automatización, la gran pregunta es: ¿cómo sabemos que lo que vemos, leemos o escuchamos es real?
La amenaza silenciosa: deepfakes y desinformación
Mientras las herramientas de IA se perfeccionan para hacernos la vida más fácil, también han dado paso a nuevos riesgos. Uno de ellos son los deepfakes: contenidos generados por algoritmos capaces de imitar rostros, voces y expresiones con un realismo inquietante. En México, ya se han reportado casos de videos falsos que suplantan a figuras públicas o promueven desinformación en redes sociales.
Estos contenidos no solo ponen en jaque la credibilidad de las plataformas, sino también pueden erosionar la confianza del usuario hacia las marcas que emplean IA en sus procesos. Una cosa es que un bot te ayude a consultar tu saldo; otra, muy distinta, es que no puedas distinguir si la voz que te está hablando es real o una simulación.
Imaginemos que una fintech mexicana que lanza un nuevo asistente virtual para gestión bancaria. Al principio, los usuarios están fascinados: respuestas instantáneas, sin filas, sin call centers saturados. La promesa de eficiencia digital se cumple al pie de la letra, y el entusiasmo inicial se refleja en una oleada de descargas y comentarios positivos. La herramienta parecía marcar el inicio de una nueva etapa en la banca mexicana.
Pero rápidamente surgen rumores en redes sobre supuestas fallas de seguridad. Videos falsos creados con inteligencia artificial empiezan a circular, mostrando escenarios manipulados donde se vulnera el sistema, se falsifican identidades y se extraen datos. Aunque son deepfakes sin fundamento, el contenido se viraliza a gran velocidad. Algunos medios reproducen los clips sin verificar su autenticidad, y el pánico digital se instala en cuestión de días.
El resultado es un golpe directo a la audiencia, disminuyendo su confianza hacia la fintech. Como reacción a esta amenaza y por temor a exponerse, optan por evitar interactuar con el asistente virtual. Las métricas de uso caen en picada, y lo que era una historia de innovación se convierte en un caso de estudio sobre los peligros de la desinformación tecnológica. Incluso usuarios satisfechos empiezan a dudar, no por una mala experiencia propia, sino por la incertidumbre generalizada.
Y ahí es donde aparece el daño reputacional: la fintech no solo pierde usuarios, sino también autoridad. En un mercado competitivo como el financiero, donde la percepción es clave, bastan unas cuantas semanas de confusión para comprometer meses (o años) de trabajo en innovación y desarrollo. El problema no fue la tecnología, sino la falta de un blindaje comunicacional que acompañara su lanzamiento con transparencia, educación y participación activa de la comunidad.

El contraataque: transparencia radical y comunicación clara
En lugar de esconderse o emitir un comunicado frío y corporativo, la fintech mexicana toma una decisión audaz: enfrentar el problema de frente. Nada de maquillar la situación ni esperar que el escándalo se diluya. Publican en su blog un artículo detallado —pero en lenguaje sencillo— explicando cómo se entrenó la inteligencia artificial, qué datos se usan y cómo se protegen. Incluso incluyen infografías y videos animados para facilitar la comprensión de usuarios sin conocimientos técnicos.
Pero no se quedan ahí. Organizan transmisiones en vivo con sus propios ingenieros, donde muestran en tiempo real cómo funciona su sistema de detección de deepfakes. Responden preguntas del público, aceptan críticas y desmitifican esa idea de que la IA es una “caja negra” incomprensible. El mensaje es claro: no tenemos nada que ocultar, queremos que entiendas cómo trabajamos. Y esa honestidad, poco común en el mundo financiero, empieza a dar frutos.
Al mismo tiempo, introducen nuevas medidas visibles y tangibles que refuerzan la percepción de seguridad. Se habilita la verificación biométrica por reconocimiento facial y escaneo de huellas digitales, todo respaldado por tutoriales interactivos dentro de la app que explican paso a paso cómo proteger tus datos. La experiencia de usuario deja de ser solo cómoda: ahora también se siente segura, clara y empática.
Además, activan un canal exclusivo de soporte donde los usuarios pueden hablar directamente con especialistas en privacidad y tecnología. Ya no se trata de bots respondiendo con frases enlatadas, sino de un espacio humano, horizontal y transparente. El objetivo no es solo resolver dudas, sino construir una conversación real. La empresa deja de ser una torre de cristal y se convierte en un aliado digital.
¿El resultado? La comunidad cambia el chip. Comienza a ver a la IA no como una amenaza misteriosa, sino como una herramienta con reglas claras, diseñada con las personas en el centro. Los usuarios se inscriben en versiones beta, dan retroalimentación detallada y hasta proponen nuevas funciones de seguridad. Se reconstruye la confianza, pero no desde el marketing, sino desde el diálogo. Así, la relación entre tecnología y sociedad evoluciona: de la desconfianza al compromiso, y del miedo a la colaboración.
Lecciones para cualquier agencia de comunicación en Latinoamérica
Para una agencia de comunicaciones en Latinoamérica, este caso ilustra tres claves esenciales:
1.Explica el “cómo”. Mostrar los procesos de desarrollo y los mecanismos de seguridad transforma la incertidumbre en confianza. Si explicas bien, no necesitas exagerar.
2.Muestra lo que haces para protegerte. Las salvaguardas no solo deben existir, deben comunicarse. El cifrado, los filtros anti-deepfakes, los canales de atención especializados deben ser visibles y tangibles.
3.Abre el micrófono. Foros, transmisiones, redes sociales, encuestas. Cada canal es una oportunidad para convertir a tu audiencia en aliada.
Una agencia de comunicación moderna no solo diseña mensajes bonitos, sino que construye puentes entre tecnólogos y usuarios.

La confianza como ventaja competitiva
En un mercado como el mexicano, donde la digitalización avanza a pasos acelerados pero la brecha de confianza es real, ser confiable puede valer más que ser innovador. Y es que una app con una interfaz espectacular no sirve de nada si el usuario teme usarla.
Las marcas que ganen este juego no serán necesariamente las que tengan los algoritmos más sofisticados, sino aquellas que sepan traducir la tecnología en confianza. Y allí, una buena agencia de comunicaciones puede hacer la diferencia entre una crisis y un caso de éxito.
Faqs sobre confianza, IA y comunicación en México
¿Qué es un deepfake? Es un contenido manipulado por IA que imita rostros o voces humanas con alta fidelidad. Puede usarse para fines artísticos, pero también con fines maliciosos.
¿Cómo detectar un deepfake? Busca movimientos faciales raros, parpadeos artificiales, sincronía imperfecta entre voz y labios, o transiciones de imagen poco naturales. Pero sobre todo, desconfía de contenidos que provocan emociones extremas de inmediato.
¿Una agencia de comunicaciones puede ayudar a manejar una crisis de IA? Por supuesto. Una buena agencia de comunicación diseña narrativas, construye confianza y activa canales para escuchar y responder a la comunidad. Son clave en momentos de duda.
¿Cuáles son las tecnologías más efectivas para evitar el uso malicioso de IA? Desde el cifrado de extremo a extremo, pasando por la verificación biométrica, hasta los algoritmos detectores de deepfakes. Pero ninguno sustituye a una comunicación clara y honesta.
El camino hacia adelante: tecnología con propósito
México está en un momento clave. La transformación digital no se va a detener, pero la confianza no crecerá sola. Es tiempo de que las empresas, instituciones y marcas abracen la tecnología, sí, pero con una narrativa que la haga comprensible, segura y cercana.
Las agencias de comunicaciones en Latinoamérica tienen la oportunidad (y la responsabilidad) de liderar esta transición. De convertirse en guías culturales y tecnológicas que conecten el mundo de los datos con las emociones humanas. Porque en el fondo, la confianza no es un algoritmo. Es una historia bien contada.
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